Emprender no es un camino sencillo. El empresario tiene que tomar decisiones, superar desafíos y superar etapas para hacer crecer su negocio sin contar a menudo con los necesarios recursos y equipo de trabajo.
A raíz de la crisis económica provocada por la pandemia de la Covid 19, el emprendimiento ha vuelto a crecer. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) la creación de empresas durante el primer semestre de 2021 ha sido un 57,6% mayor a la de 2020.
Subida que ya se registró durante la crisis económica de los años 2008 y 2012 en los que el emprendimiento alcanzó su cifra más alta con un 12% de intención emprendedora según revela el Estudio Ecosistema emprendedor en España publicado en EAE Business School.
Entre los principales motivos que llevan a emprender tenemos la creación de riqueza, tener mayores ingresos o ganarse la vida.
Emprender no es un camino fácil
Muchas veces, el emprendedor tiene una buena idea y una hoja de ruta inicial para darle forma pero, por el camino se desanima e incluso puede llegar a abandonar porque se siente solo e incapaz de hacer frente a todo un mundo que desconoce y es nuevo para él: aspectos financieros, legales, administrativos,… Cuestiones de las que se debe encargar personalmente porque está empezando y no cuenta con los suficientes ingresos para contratar los servicios de profesionales que se encarguen de estos temas.
Esa sobrecarga de trabajo y, más aún en cuestiones que el empresario no domina, son el origen de la soledad del empresario entrando en un círculo vicioso en el que le cuesta tomar decisiones acertadas que le permitan hacer crecer su negocio y proyectarse hacia el futuro.
Enrique Fernández conoce muy bien este sentimiento de soledad pues es emprendedor desde los 19 años y actualmente fundador y CEO de Eferson, empresa de organización y eventos. Por ello considera que “es importante que demos visibilidad a todo lo que hace un empresario para que su negocio funcione. Hay momentos difíciles en los que tiene que tomar decisiones que no son fáciles y está sometido a mucha presión. Y todo ello se vive en soledad. Sólo otro empresario puede entenderlo”.
En la misma línea, Antonio Rodríguez, empresario y CEO de Efficient Happiness, explica; “Para mí el concepto de soledad del empresario hace referencia a que cuando emprendes tú estás solo para realizar todas las tareas. Pasas muchas horas solo desarrollando y tirando el negocio para adelante sin poder comentar nada con nadie”
Como emprendedora conozco esa sensación, esa tensión que conlleva la incertidumbre, el vértigo que se siente al empezar, los nervios, las noches sin dormir con un sinfín de preocupaciones en la cabeza,…
Como coach pienso que antes de emprender tienes que tener muy claro lo que significa y lo que implica. Coincido tanto con Enrique como con Antonio y con otros empresarios con los que he hablado que lamentablemente falta cultura de emprendimiento. Al igual que en las aulas no se nos enseña sobre finanzas, educación emocional, autoconocimiento, tampoco hay una asignatura que te enseñe a ser empresario, a desarrollar “ese carácter y fortaleza interior” que bien conoce Enrique Fernández y que se forja a base de trabajar duro, de tropezar y levantarte y de seguir adelante teniendo como norte tu visión, algo fundamental para Antonio Rodríguez.
La visión es lo que nos guiará en los peores momentos, aquellos en los que tiraríamos la toalla
En mis mentorías como coach he visto muchos emprendedores que abandonan sus proyectos porque no pueden soportar más esa soledad y se sienten desbordados por los retos que deben enfrentar. Una de las principales causas es el por qué han emprendido.
Como bien saben tanto Enrique como Antonio para emprender tienes que amar tu proyecto empresarial, debe ser tu pasión, el motivo por el que te levantas cada mañana a pesar de saber que te espera un día complicado.
Siempre les digo a los emprendedores, “emprender no tiene que ser un plan B o una solución porque me he quedado sin trabajo sino una decisión que tomo desde la plena consciencia y el convencimiento de que es mi misión.
Hay una idealización del emprendedor, muchas personas les atrae esa imagen porque los ven como personas independientes, con mucha libertad, que son sus propios jefes y dueños de su tiempo, pudiendo escoger cuándo trabajan o no.
“Me atrae ser emprendedora porque un martes por la mañana puedo irme a la playa y nadie me lo puede impedir. Soy mi propia jefe”, me decía una joven en una mentoría. Pero ahí está el error, no ser consciente de que para autogestionar tu tiempo y tus obligaciones, tienes que ser muy disciplinado y tener muy claro que si hoy te tomas un día libre, el trabajo se acumula y tienes que sacarlo adelante.
El testimonio de Enrique Fernández
Enrique Fernández empezó a ser emprendedor con 19 años, compaginando los estudios de un grado superior de imagen y sonido con el trabajo de prácticas en una empresa. Paralelamente se une con otras dos personas para montar un negocio del sector de organización de eventos. Desde joven tenía muy clara cuál era su visión y tuvo la valentía de apostar por sus sueños. Pero no solo valentía, sino la madurez necesaria para perseverar y conseguir sus objetivos.
Enrique es un claro ejemplo de que con la actitud adecuada, el trabajo y el esfuerzo podemos lograr nuestras metas.
Qué hay detrás de la soledad del empresario
Antonio Rodríguez lo tiene claro; “ la incomprensión. Sólo si emprendes o tiras adelante un negocio, sin nadie encima de ti, puedes entender lo que emocionalmente implica este viaje. La tensión o nervios propiciados por el miedo o la incertidumbre hace que vivas experiencias que solo otro en la misma posición puede entender. La soledad se manifiesta en que pocos a tu alrededor pueden comprender qué es lo que se vive”
Y Enrique Fernández añade: “A parte de la incomprensión, está el no poder compartirlo con tu familia o colaboradores para no preocuparles (….) ese sentimiento de responsabilidad porque muchas familias dependen de que la empresa vaya bien”.
¿Cómo gestionar esa soledad que siente el empresario?

Tanto Enrique Fernandez como Antonio Rodriguez lo tienen claro: “Visibilizando el problema y humanizando la figura del empresario. Tenemos que dejar de verlo sólo como un jefe, es una persona como cualquier otra con sus problemas, sus emociones, sus inquietudes, con sus malos días,… La solución pasa por entender la naturaleza humana y enfocarnos en las personas”.
“Si todo va bien es por el trabajo del equipo y cuando las cosas van mal es culpa de una mala gestión del empresario” nos explica Enrique a lo que Antonio añade: “Públicamente, nunca puedes echar la culpa a nadie de tu equipo si las cosas no van bien. Eso no implica que internamente puedas depurar responsabilidades… El sentimiento de culpa que siente el empresario se produce por no haber sabido dirigir como era debido, por sentir que no se ha sabido transmitir lo que se quería o creer que no ha estado supervisando o no ha conseguido inspirar. Pero como empresarios tenemos que tener muy claro que cuando las cosas van bien es gracias al equipo pero también al empresario. El mérito es compartido”.
Como empresaria y coach no puedo estar más de acuerdo con Enrique y Antonio y quiero agradecerles públicamente su testimonio y tiempo para dar visibilidad a una realidad que sufren a diario los empresarios.
También les he preguntado por los recursos que aplican ellos para sobrellevar y gestionar este sentimiento.
Antonio lo tiene claro: “Deporte, no es negociable. En mi caso necesito muchas endorfinas por el torrente sanguíneo que sirven de bálsamo para dejar a mi cortisol aletargado”
Y tanto Antonio como Enrique coinciden en otros factores como:
- Explicar lo que te pasa y compartir cómo te sientes con tus seres queridos. Aunque no lleguen a comprenderte del todo, da igual. Lo importante es desahogarse
- Autoconocimiento: algo esencial para desarrollar todo tu potencial y entender por qué te suceden las cosas y así poder anticiparte a futuras situaciones
- Aprender a gestionar las emociones, el estrés y la incertidumbre
- Desarrollar y potenciar al máximo las soft skills
- Ser resiliente y saber gestionar el cambio
- Separar lo profesional de lo personal y mantener un equilibrio entre ambas áreas de tu vida
- Tener siempre presente tu visión
Y algo esencial: confiar en ti. Como explica Antonio: “No es malo estar solo, el problema es que no se nos enseña a estarlo. Si aprendes a estar bien contigo mismo y a confiar en ti, la soledad no es algo negativo, forma parte del día a día. Con quien has de rendir cuentas al final del día es contigo, debes mirarte al espejo antes de ir a dormir y tener la conciencia tranquila”
Sabios consejos de dos grandes empresarios que han querido compartir con todos vosotros lo que implica emprender y poner el foco en un serio problema como es la soledad de la persona que emprende en unos tiempos además de una incertidumbre máxima en la que necesitamos fomentar aquellas soft skills que nos permitan desarrollar nuestra resiliencia y habilidades de liderazgo.
Unos tiempos en los que se habla mucho de cuidar al equipo, de motivarlo, de darle herramientas para manejar el estrés, de fomentar el salario emocional,…. cuestiones importantes y necesarias para que el equipo funcione y se sienta bien pero como se pregunta Enrique: “¿Y quién se preocupa del bienestar físico y emocional del empresario? Porque si quien tiene que liderar no está bien, ¿Cómo va a hacerlo? ¿Cómo motivar cuando te sientes desanimado?”
Con este artículo queremos poner el foco de trabajar también con los empresarios y emprendedores, de ofrecerles mentorías y formaciones específicas para ayudarles a gestionar esta soledad, espacios en los que poder compartir sus inquietudes, en los que se sientan comprendidos porque, como bien han dicho Enrique y Antonio también son personas que están sometidas a una gran responsabilidad y presión.
“Todos imaginamos al empresario clásico en traje, gordo (salvo Rockefeller), podrido de dinero con sombrero y monóculo .Esa imagen hace años que es un tópico, aunque alguno quede. No olvidemos también que siempre hablamos de los empresarios malos pero nunca de los empresarios buenos (que hay más pero no hacen ruido)” concluye Antonio Rodríguez añadiendo ese toque de humor tan necesario también para relativizar los problemas.