La pandemia de la Covid19 ha provocado una crisis económica sin precedentes y una incertidumbre máxima que requiere liderazgos valientes
Las personas que me seguís habitualmente y a las que agradezco vuestra confianza y fidelidad, sabéis que desde el principio de la pandemia, dije que no estábamos tan solo ante una crisis sanitaria, sino que nos enfrentábamos a una grave crisis económica, social y humanitaria para la cual nos teníamos que preparar tanto a nivel personal como a nivel profesional, trabajando en nuestro autoconocimiento, formación y gestión emocional.
Desde el principio del confinamiento, insistí en la necesidad de cuidarnos tanto física como mental y emocionalmente para que el día que pudiéramos volver a nuestros trabajos, a abrir nuestros negocios o a reanudar nuestro emprendimiento estuviéramos en las mejores condiciones posibles porque ese día llegaría. Durante estos dos largos meses he recibido numerosas consultas, hay personas que se han dejado llevar por su ansiedad y por el miedo y han buscado refugio en el consumo de comida basura, en las series, en un intento de anestesiar su dolor. Está claro que la situación que hemos vivido ha sido un shock que nos ha supuesto un gran estrés y que hay personas que han perdido a sus seres queridos sin poder siquiera despedirse de ellos. Pero también han habido personas que han sido conscientes de su dolor y han buscado soluciones, estableciéndose rutinas, creando hábitos de vida saludables, aprovechando el tiempo para formarse o buscando ayuda profesional si lo han creído necesario.
Reacción – Acción
Tras el confinamiento, toda España está en proceso de desescalada y, aunque a distinto ritmo dependiendo de la fase en la que se encuentre cada Comunidad Autónoma, los negocios van abriendo y adaptándose a la denominada «nueva realidad» con más preguntas que respuestas y con la incertidumbre flotando en el ambiente. Con la aparente normalidad ejemplificada en las terrazas llenas de gente que quiere disfrutar del buen tiempo y de su ansiada libertad, aparecen las primeras consecuencias del parón económico y de las medidas de prevención: empresas que cierran, negocios que se plantean si les compensa levantar las persianas con las limitaciones de aforo, personas que se encuentran en el paro después de años en la misma empresa,… y esto sólo ha hecho que empezar.
No pongo en duda que es una situación difícil y muy compleja, pero es algo de lo que vengo advirtiendo desde el principio y el mensaje siempre fue el mismo: nos tenemos que preparar para el peor escenario posible. Y no se trata de pesimismo, sino de realismo. La semana pasada publiqué un vídeo en IGTV en el que decía que hablar de «nueva realidad» no nos ayuda, sino que nos perjudica porque nos mantiene en la falsa ilusión de creer que esta situación llegará a su fin y que recuperaremos nuestra antigua manera de hacer, de relacionarnos, de trabajar, de liderar,… y esto NO va a suceder. Cuanto antes aceptemos este hecho, cuando antes aceptemos que no estamos ante una nueva realidad, sino que estamos ante NUESTRA REALIDAD, más cerca estaremos de encontrar soluciones a los desafíos a los que nos enfrentamos.
No aceptar que ésta es nuestra realidad nos lleva a tomar decisiones erróneas o a postergar la búsqueda de soluciones
A modo de ejemplo
Cuando empezó el confinamiento una tienda de ropa (negocio familiar) decidió crear una ecommerce para vender online y dar así salida a su producto. ¿Una decisión inteligente, no? Por supuesto, una pequeña inversión que le permite seguir teniendo ingresos. Cuando empieza la desescalada y entra en la fase 1 comunica su intención de cerrar la tienda online porque los clientes ya pueden acudir a la tienda física. No se da cuenta de que ya tiene la inversión hecha, de que la tienda online le funciona y de que puede ser una línea de negocio paralela a la venta física. Además, ¿y si hay un rebrote? La respuesta de la dueña: no se había planteado ese escenario. Es un claro ejemplo de lo que yo llamo reacción. Ante la pandemia, reacciona y se plantea la tienda online como una solución a modo de «parche» al cierre de su tienda pero no lo ve como una posible vía de negocio que le abre a un mercado mucho más amplio.
Parchear es tener una visión cortoplacista que puede suponer pan para hoy pero hambre para mañana
He titulado el post de esta semana «Pan para hoy, hambre para mañana» porque quiero alertar de los peligros de esta visión cortoplacista que tiende a la reacción, buscando soluciones rápidas que den respuesta a las urgencias de este mes pero sin tener en cuenta lo que pueda suceder dentro de tres, seis meses o un año.
Ejemplos muchos: desde empresas que quieren digitalizarse de hoy para mañana a empresarios que quieren reinventarse y no saben por dónde empezar, pasando por directivos que han descubierto la necesidad de tener un equipo comprometido y quieren generar un vínculo con sus trabajadores en un tiempo récord. ¿Y todo eso por qué? Porque se están dando cuenta de que las empresas que mejor están sorteando la crisis son aquellas que tienen bien definida su cultura organizacional, que tienen clara su misión, que han construido relaciones de confianza con sus trabajadores, colaboradores, proveedores y clientes. que destinan un presupuesto a la formación tanto en la específica de su sector como en las habilidades blandas, las gran aliadas y demandadas en tiempo de crisis.
La confianza es un camino que se recorre en ambas direcciones
Muchos directivos me cuentan perplejos que su competencia consigue que los trabajadores hagan horas extras sin rechistar y que arriman el hombro como si la empresa fuera suya. Y se sorprenden cuando les contesto: «Es que la sienten suya porque su directivo les ha hecho partícipes del proyecto empresarial, se sienten reconocidos y valorados y darían todo por la empresa porque la empresa confía en ellos, los cuida, se preocupa por su bienestar, por su promoción profesional,… Y cuando la empresa los necesita, el directivo tiene la suficiente autoridad moral para pedirles un sacrificio». Es lo que se conoce como la cuenta bancaria emocional.
Cuando las cosas van bien, cuando estamos en época de bonanza, hay empresas que van haciendo y viven al día y hay otras que se ocupan en hacer previsiones de futuro, en explorar nuevas líneas de negocio, en tejer complicidades, en formarse para ser punteras en su sector, en crear una cultura organizacional sólida, en crear un clima de trabajo armonioso, en formar a sus equipos en habilidades emocionales que fomenten su creativdad, su resiliencia, su adaptabilidad al cambio,… en crear un sentimiento de pertenencia. Las primeras se preocupan de tener pan para hoy, las segundas se ocupan de no pasar hambre el día de mañana. Las primeras tienen una visión cortoplacista, las segundas miran a medio y largo plazo. Las primeras es probable que sucumban ante una crisis, las segundas capearán el temporal porque directivo y trabajadores trabajarán codo con codo para lograrlo.
¿Qué podemos hacer?
- Tener una visión amplia, no centrarnos sólo en lo urgente sino buscar soluciones también a medio y largo plazo.
- Empezar a invertir tiempo y dinero en crear relaciones de calidad y confianza con nuestro equipo. La formación en habilidades blandas es actualmente una asignatura obligatoria. La visión cortoplacista lo ve como un gasto, la visión a medio y largo plazo lo ve como una inversión.
- Pedir asesoramiento profesional. Cuando estamos inmersos en una grave crisis con todo el estrés que genera, a veces nos resulta difícil ver lo más obvio porque nos falta perspectiva. El coach a través de las preguntas adecuadas es una ayuda indispensable para poder observar la situación desde distintas perspectivas.
- Dejar de lado el ego, a veces nos apegamos a un modelo de negocio o a una manera de liderar que ya no es la adecuada. Y tal vez la solución pasa por aceptar que se ha quedado obsoleto y que tenemos que reinventarnos. Si lo vivimos desde el ego, nos aferramos a realidades que ya no existen y nos negamos a evolucionar.
- Formarnos para ser más competitivos y dar lo mejor de nosotros mismos.
Todos estos tips suponen pasar a la acción, anticiparse a los problemas, superar desafíos, salir de la zona de confort y asumir riesgos. Desaprender para aprender. Formarse y formar a tu equipo es apostar por tu empresa. Habrá directivos que lo vean como un gasto y otros que lo verán como una inversión. Eso marca la diferencia entre la visión cortoplacista y la visión a medio y largo plazo y también la diferencia entre asegurarse sólo el pan para hoy o asegurarse no pasar hambre mañana.
Si eres de los directivos que quieren asegurarse no pasar hambre mañana y poder capear el temporal, puedes ponerte en contacto conmigo y juntos buscaremos un plan estratégico que se adpate a tus necesidades.