«No tengo tiempo para… ir al gimnasio, para leer, para relajarme, para mi mismo,…» es una de las frases que más solemos repetir
Aunque resulta paradójico, somos la sociedad con más tiempo libre de la historia, tenemos infinidad de aparatos que nos facilitan la vida: lavadoras, lavavajillas, robots de cocina, ordenadores, relojes inteligentes,… y, en cambio, parece que cuanto más tiempo disponemos, éste se vuelve más escurridizo.
¿Cuántas veces te has quejado de la falta de tiempo? ¿o te has prometido a ti mismo apuntarte al gimnasio, aprender idiomas, viajar o emprender aquel proyecto que tienes en mente cuando los niños crezcan, cuando hayas ahorrado o cuando te jubiles? Y ese momento nunca llega porque siempre hay alguna obligación que hacer, alguna tarea pendiente y, si me lo permites, alguna excusa para seguir justificando tu inacción.
«Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo» Mario Benedetti
Tiempo objetivo y tiempo subjetivo
Está claro que el tiempo es un valor objetivo y que es el mismo para todos nosotros. El día tiene 24 horas y todos tenemos la misma cantidad de horas disponibles para realizar nuestras actividades, disfrutar de nuestros seres queridos, de cuidar de nuestro bienestar y de organizar nuestra vida como consideremos oportuno. En este sentido, el tiempo es objetivo. Nadie puede negar que la semana tiene siete días o que una hora son 60 minutos.
Cuando hablamos de tiempo subjetivo, estamos haciendo referencia a nuestra percepción del tiempo. Todos hemos tenido la sensación de que el tiempo se hace eterno cuando nos aburrimos o estamos haciendo algo que no nos gusta y que el tiempo se nos pasa volando cuando estamos disfrutando.
Entonces, ¿Por qué hay personas que sienten que no tienen tiempo para todo?

Supongo que todos os habéis dado cuenta de que hay personas que están en lucha constante con el tiempo, sienten como si les faltara y no son capaces de acabar todas las tareas o actividades que se han propuesto. En cambio, hay otras personas a las que parece que les sobra el tiempo, incluso haciendo lo mismo que las anteriores, disponen de tiempo para si mismas, para el ocio, para compartir con su familia y amigos. ¿A qué es debido?
Para responder a esta pregunta, tenemos que tener en cuenta varios factores:
En primer lugar, están las personas que procrastinan; es decir, aquellas que postergan sus obligaciones pensando que ya las harán en otro momento. Como ya expliqué en el artículo en el que hablaba sobre cómo superar la procrastinación, este tipo de personas dejan para otro momento las actividades que tienen que realizar, de tal manera, que éstas se van acumulando. Por ello, sienten que no tienen tiempo porque el cúmulo de tareas pendientes puede ser tan importante que se sienten sobrepasadas.
Después juego con mis hijos, después le digo a mi pareja que la quiero, después lo hago, después cambio. Y lo que no entendemos es que después los hijos han crecido, las personas se van, las oportunidades pasan de largo, después es demasiado tarde y la vida se nos escapa
En segundo lugar, hay personas que realmente no tienen tiempo porque quieren hacer muchas cosas y no son conscientes de que el tiempo es limitado. Ese llenarse de actividades hasta límites enfermizos puede deberse a distintos motivos:
- No saber decir que NO
- Querer complacer a todo el mundo
- Confundir hacer muchas cosas e ir rápido con ser más productivo o eficiente
- Ser precastinadores, pensar que por hacer todo deprisa, se consiguen mejores resultados
- Querer abarcarlo y controlarlo todo, un rasgo muy característico de las personas perfeccionistas
- Avanzarse a los acontecimientos
En tercer lugar, tenemos un factor social que nos influye notablemente: vivimos en una sociedad en la que «todo es para ayer», vamos corriendo a todas partes y no sabemos parar. Como profesional, puedo comprobar a diario cómo han aumentado los casos de estrés en niños y niñas pequeñas porque los llenamos de actividades extraescolares: inglés, deporte, baile,… para que sean los mejores y porque trabajamos tantas horas que no podemos estar con nuestros hijos e hijas en casa. Esta aceleración nos roba mucho tiempo y también mucha energía porque llegamos al final del día exhaustos, estresados e irritables con lo que tampoco podemos dedicar a nuestra familia ni a nosotros mismos tiempo de calidad y de descanso.
No por mucho correr vamos a llegar antes. Todo en esta vida requiere un tiempo y para conseguir resultados exitosos y una vida de calidad tenemos que aprender a hacer las cosas de manera más pausada y disfrutando del camino
¿Cómo puedo tener más tiempo de calidad?

- Haz un listado con todas las tareas y obligaciones que tienes tanto laborales como familiares y personales
- Planifícalas distinguiendo entre aquellas que son urgentes de las que son importantes
- Aprende a delegar
- Pon límites y no digas que SI a todo. Sé consciente de tus límites y de que no puedes abarcarlo todo
- Bloquea de tu agenda unos 20 minutos diarios para ti, para descansar, leer, escuchar música, darte un masaje, aquello que te haga feliz y te recargue de energía
- Respeta las horas de sueño y de descanso
- Practica a diario deporte
- Cuida tu alimentación
- Busca un equilibrio entre tu vida laboral, familiar y personal para que ninguna de estas áreas se vea descuidada o afectada.
- Aprende a parar cuando tu cuerpo te mande señales de alarma
- Busca un propósito en tu vida y dedícate a aquellas cosas que realmente son importantes para ti. Recuerda preguntarte cuál es el por qué de lo que estoy haciendo
- Vive en el presente. No sirve de nada lamentarte de tu pasado o preocuparte por el futuro anticipándote a situaciones o problemas que probablemente no lleguen a suceder
- Disfruta del trayecto y de las pequeñas cosas de tu día a día
Recuerda: el tiempo es igual para todos. Tú decides cómo vivir el tuyo