El miedo es una emoción primaria que nos alerta de un peligro real o imaginario que nos pone en alerta y nos prepara para la huida o el ataque
La sensación de miedo empieza con un estímulo estresante que pone a nuestro cuerpo en alerta, segregando toda una serie de sustancias químicas que hacen que nuestro corazón y respiración se aceleren, preparando nuestro cuerpo para dar una respuesta bien sea de lucha o huida ya que percibimos que hay una amenaza para nuestra supervivencia o integridad física.
El miedo, como emoción primaria, está presente en todos los seres vivos pues gracias al miedo nos mantenemos con vida. Cuando un conejo ve a un depredador, se disparan todas sus alarmas y el miedo que siente le alerta de que su vida corre peligro, por lo que huirá o se esconderá para mantenerse a salvo.
Con las personas sucede lo mismo, el miedo tiene la función de mantenernos a salvo. Por ello, si vamos de madrugada por una calle oscura y vemos un atracador, el miedo se disparará, preparando todo nuestro organismo para huir o defendernos.
El miedo es una emoción básica que garantiza nuestra supervivencia. Sin miedo, tendríamos actitudes temerarias que nos llevarían a poner en peligro nuestras vidas
¿Existen distintos tipos de miedo?
Como ya he comentado el miedo es una emoción que nos hace sentir desconfianza ante una persona o situación que nos hace creer que estamos en peligro. Se trata de una sensación desagradable que nos provoca ansiedad. Es muy importante distinguir que el peligro puede ser real o imaginario, pero la sensación de miedo que experimenta la persona es muy real y, por tanto, no podemos subestimarla ni restarle importancia pues, aunque se trate de un peligro imaginario, la persona lo percibe como real. Ante estas situaciones, tenemos que legitimar su emoción y ayudarla a confrontar la realidad para que se de cuenta de que tal amenaza no existe.
Si bien el miedo es una emoción con la que, a menudo, nos sentimos incómodos, no podemos considerarla una emoción negativa porque, como ya he comentado en otros artículos, no existen emociones positivas y negativas, todas tienen una función informativa.
Miedos adaptativos y miedos patológicos
El miedo es una emoción muy útil que nos permite escapar o huir de los peligros como el caso de un atraco, de conductas temerarias y también nos ayuda a prepararnos mejor para afrontar retos o adaptarnos a nuevas realidades. Por ejemplo, si tenemos miedo a no superar una entrevista de trabajo, nos prepararemos mejor, recabando información sobre la empresa, practicando nuestras habilidades comunicativas y mejorando nuestro lenguaje no verbal o en la situación de pandemia que estamos viviendo, el miedo al propio contagio o al de la nuestros seres queridos hace que cumplamos con las medidas de distanciamiento social y llevemos la mascarilla aunque tengamos muchas ganas de abrazarnos o de celebrar con nuestros familiares y amigos.
En todos estos supuestos, el miedo tiene una función adaptativa que nos permite sobrevivir y adaptarnos a las nuevas circunstancias. Decimos que estamos ante una emoción auténtica porque es adecuada y proporcionada a la situación que estamos viviendo.
Pero, como ya he comentado, las personas también pueden sentir miedo ante una situación que ellas viven como amenazante pero que no responde a un peligro real, en estos casos estamos ante una emoción inauténtica porque no el miedo no es adecuado ni proporcionado a la realidad. Imaginemos una persona que tiene miedo a volar, a subir en un ascensor o a hablar en público. La persona percibe la amenaza como real pero objetivamente no hay un peligro para su vida o integridad. En estos casos, el miedo no es adaptativo sino que estamos ante un miedo patológico que tiene que tratarse porque puede condicionar y limitar mucho la vida de la persona, pudiendo derivar en fobias.
¿Para qué nos sirve el miedo?

Como he dicho, el miedo nos sirve tanto para mantenernos vivos y a salvo como para adaptarnos y hacer frente a los desafíos que nos presenta la vida.
De hecho, no podríamos vivir sin miedo Nosotros somos los responsables de nuestra salud, bienestar y felicidad y el miedo nos ayuda a ser prudentes en las decisiones y acciones de nuestro día a día. Por ejemplo, a respetar el límite de velocidad, a no invertir todos nuestros ahorros en bolsa, a no embarcarnos en una hipoteca que no sabemos con certeza si podemos pagar o no dejar nuestro empleo sin un plan alternativo que nos asegure poder seguir pagando nuestras facturas.
De igual modo, nos ayuda a regular los pasos que vamos a dar para afrontar retos que para nosotros suponen un desafío y que nos generan ansiedad. El nivel de miedo que sentimos nos ayudará a afrontar la situación con un grado de tensión o de estrés tolerable para nosotros pues si no nos escuchamos y nos forzamos a realizar cosas para las que no nos sentimos preparados, podemos llegar a abrumarnos y colapsarnos, con el consiguiente riesgo de que nos paralicemos o abandonemos.
Sin embargo, el miedo también puede ser un problema
El miedo puede convertirse en un verdadero problema cuando no somos capaces de gestionarlo y dejamos que nos paralice, impidiéndonos conseguir nuestros objetivos y ser felices.
Hay muchas personas que renuncian a sus suelos por miedo a arriesgar o que no tienen pareja estable por miedo al compromiso o que no viajan por miedo a volar…. En estos casos, el miedo es una limitación importante para la persona porque le impide hacer cosas y vivir experiencias que le gustan pero a las que renuncia por miedo, resignándose a llevar una vida mediocre en la que se siente segura pero que no le satisface.
A lo largo de mi experiencia profesional he tratado a personas que se arrepienten de todo lo que no han hecho por miedo a equivocarse, por miedo al que dirán, por miedo a perder la seguridad económica, por miedos a situaciones que se habían imaginado y que nuca han llegado a pasar.
Cómo gestionar el miedo
La persona valiente no es la que no tiene miedo, sino la que se atreve a enfrentarlos
En primer lugar, te animo a que te preguntes y escribas: qué te gustaría hacer realmente y no haces. Cómo te gustaría vivir. Cómo sería tu vida si no tuvieras miedo. Cómo te sentirías si consiguieras superar tus miedos y vivir como siempre has deseado.
A continuación, haz una lista de todos tus miedos. ¿Cuál es su origen? ¿En tus creencias? ¿En una situación del pasado? ¿Cuál es tu diálogo interno? . Todos esos miedos: ¿en qué se basan? ¿En tus creencias? ¿En un hecho del pasado?
Una vez tengas los dos escritos, establece un plan de actuación, ponte pequeñas metas que te acerquen a esa vida soñada y felicítate por cada pequeño logro, A lo largo de este proceso de afrontamiento, tus grandes aliadas van a ser las técnicas de relajación y respiración consciente, el pensamiento optimista y una adecuada gestión emocional.
Y recuerda siempre; no se trata de reprimir el miedo, sino de escucharlo y de seguir adelante a pesar de tus miedos.