El dinero es un tema que a todos nos preocupa porque es un bien necesario pero del que a veces no se habla porque nos hace sentir incómodos.
¿Te has preguntado alguna vez cuál es tu relación con el dinero? ¿Eres una persona ahorradora o derrochadora? ¿Te quita el sueño el estado de tu cuenta bancaria?
Supongo que todos conocemos personas que son muy tacañas y miran mucho los precios antes de comprar cualquier producto o personas que hacen todo lo contrario, que nunca tienen ahorros porque se gastan todo lo que ganan. De la misma manera hay personas que invierten mucho en bolsa y otras que buscan la seguridad. ¿A qué se debe esta diferencia?
Nuestra relación con el dinero tiene su origen en nuestras creencias y bloqueos emocionales que se produjeron en nuestra infancia dando lugar a lo que Jaiber Pérez llama la herida monetaria.
¿Qué entendemos por herida monetaria?
Como he tratado en distintos artículos, todos tenemos numerosas heridas en la vida que se originan en la infancia y que se mantienen en la vida adulta condicionando nuestros rasgos de personalidad y nuestros patrones conductuales y relacionales. Heridas emocionales, de pareja, de relación con las personas,…
Recordemos que construimos nuestra identidad, autoestima y visión del mundo a través de los mensajes verbales y no verbales de nuestros progenitores y así vamos configurando nuestra visión del mundo. Todas esas creencias, que pueden ser limitantes o no, configuran nuestro diálogo interno y condicionarán tanto nuestras emociones como nuestras decisiones y acciones.
La herida monetaria es fruto de las interpretaciones que hicimos de niño de las vivencias que tuvimos en nuestra infancia: puede ser que el padre o la madre se quedaran sin trabajo, que embargaran su casa, que pasaran serias dificultades económicas,… todas esas situaciones crean un trauma, una herida emocional en el niño que provoca que en la actualidad, a pesar de que las circunstancias sean muy distintas, tenga una relación de miedo y ansiedad hacia el dinero porque su niño interior se ha quedado anclado en la traumática experiencia vivida.
El adulto que está atrapado en el miedo de su niño va a tomar decisiones respecto al dinero no desde la razón sino desde la emoción del miedo.
De pequeños hemos podido oír frases como : «El dinero es escaso», «No llegamos a fin de mes», «Somos pobres pero honrados»,… y vemos comportamientos en nuestros padres de preocupación, de miedo, de ansiedad, de controlar los gastos,… y así vamos configurando un guión de vida de escasez y de preocupación respecto al dinero. Ese adulto no se verá nunca a si misma como una persona próspera y, aunque gane mucho dinero o le toque la lotería, vivirá de acorde a ese guión de vida decidido en la infancia, Será una persona tacaña, ahorradora en exceso, que no se permitirá disfrutar de la vida por temor a perder su dinero.
En coaching se habla de la profecía autocumplida que consiste en que si alguien cree que algo va a suceder, sucederá y si no, hará lo posible para que suceda. En el ejemplo que estamos tratando, si alguien ha crecido con un guión de vida de escasez, atraerá escasez y si no hará lo posible a nivel inconsciente para acabar en bancarrota porque la decisión ya la tomó en la infancia.
Imaginemos que ese niño que ha tomado una decisión de escasez consigue, ya de adulto, un buen sueldo, le toca la lotería o recibe una herencia, su herida monetaria le llevará al autosabotaje, tomando malas decisiones de inversión, derrochando en exceso porque el niño interior necesita reafirmar su guión de vida.

De igual modo, personas que sienten una gran carencia emocional, que necesitan la aprobación y de los demás porque tienen una baja autoestima, pueden intentar llenar ese vacío con una acumulación de bienes. Intentan compensar su vació interior comprando cosas: ropa, joyas, casas, coches,… o haciéndose tratamientos que les hagan parecer más jóvenes, delgados,… Obtienen una gratificación inmediata pero tras la compra, se vuelven a sentir vacíos lo que les lleva a gastar más dinero, entrando así en un bucle de consumo compulsivo.
También hay personas que tienen la creencia de que el dinero es algo sucio, corrupto y lo rechazan. Creen que así son mejores personas, más justas y honestas. No se dan cuenta de que el dinero en sí no es ni bueno ni malo, sino que lo negativo está en lo que uno decide hacer con ese dinero o con el poder que le puede otorgar.
Nuestra relación actual con el dinero está respondiendo a las emociones que nos ha generado nuestras primeras vivencias con el mismo
El dinero puede estar respondiendo a una emoción de miedo en las personas tacañas y en los ahorradores extremos que buscan la seguridad absoluta. También puede buscar llenar carencias emocionales, «comprar» la aprobación o admiración de los demás o puede responder a una emoción de rabia y de rechazo frontal por haber vivido experiencias injustas.
Sanar nuestra relación con el dinero para tener una vida próspera
Para conseguir una vida próspera en la que podamos vivir de manera cómoda y conseguir nuestros objetivos financieros y de ahorro tenemos que sanar nuestra herida monetaria. Para ello tenemos que;
- Identificar el origen de nuestra herida monetaria: saber qué vivencias traumáticas marcaron a nuestro niño interior
- Revisar nuestras creencias limitantes acerca del dinero
- Tomar conciencia de que el dinero en si no es ni bueno ni malo, sino un medio de intercambio y de pago
- Ser consciente de las emociones que nos despierta el dinero
- Trabajar nuestra educación financiera
Una vez somos consciente de cómo las vivencias de nuestro niño interior están condicionando nuestras decisiones y acciones presentes en cuestión de dinero, podemos tomar el control de nuestra situación financiera.